En 1900 llegó a Colombia un escocés obsesionado con el tesoro de El Dorado. Cuentan que en las lagunas de Siecha, en el páramo de Chingaza, encontró todo el oro del mundo, aunque a un precio muy alto. Años después, en la inmensidad de aquel territorio sagrado para los muiscas, fueron hallados su morral y su diario de viaje, en el que dejó escrita su travesía y reveló todo lo que presenció en las frías montañas. Nadie se ha atrevido a recorrer los pasos de Edward Mackenzie.