Archibaldo es un niño tierno, listo, gracioso, reflexivo y, sobre todo, muy observador.
En este libro, el pequeño da una vuelta por la ciudad y se detiene a mirar los escaparates repletos de cosas. Algunas de ellas le resultan muy apetecibles, como, por ejemplo, los juguetes. Sin embargo, no tiene muy claro que todas esas cosas sean tan importantes como parecen, pues al cabo de un tiempo terminan arrinconadas en el fondo de un cajón o guardadas en un armario.