A diferencia de otros niños, que prefieren andar en bicicleta o jugar con muñecas, lo que más le gusta a Dora en el mundo es contar. Dora cuenta todo lo que ve, desde los animales más extraños hasta los pequeñísimos granos de arroz en el plato de su almuerzo. Pero un día intenta contar las estrellas y descubre que son demasiadas, casi infinitas. ¿Será posible contar también las estrellas?